lunes, 22 de octubre de 2007

Bellas Artes, depende para quién



Es curioso ver lo distintas que pueden llegar a ser las reacciones de la gente ante una misma situación.

El viernes nada mas entrar en el museo de Bellas Artes me crucé con un grupo de quinceañeros que recorrían los pasillos detrás de sus profesores, arrastrando los pies con resignación, esperando que a Picasso y Dubuffet se les hubiese acabado la pintura o hubiesen decidido que ya no querían seguir haciendo esos cuadros tan raros en los que la nariz esta en el lugar de la boca y los ojos en el de la barbilla. Pero solo dos pasos más alante había algo que para ellos era incomprensible: un grupo de viejecillos llevando en la mano sillas plegables en las que poder descansar admirando uno de esos papeles pintados.
Supongo que yo era algo intermedio. Recorría las salas del museo intentando entender cada uno de los cuadros que adornaban la pared, pero resignándome a veces a pensar que algunos de esos “sin titulo” no están hechos para mi…

No se si es cosa de edades, o si algún día esos quinceañeros acabaran siendo coleccionistas de arte, pero sé que hace solo dos años no se me hubiese ocurrido pensar que uno de mis mejores planes para un viernes a la mañana sería ir al museo de Bellas Artes después de dos meses sin pisarlo.

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